Neuroarquitectura en los espacios para la infancia

La neuroarquitectura es un campo interdisciplinario que estudia cómo el entorno construido afecta al cerebro humanoy, en particular, al comportamiento, el bienestar y el desarrollo cognitivo de las personas.
En el contexto infantil, la neuroarquitectura se convierte en una herramienta clave para crear espacios que no solo sean funcionales, sino que también fomenten un desarrollo cerebral saludable a través de estímulos adecuados. Los niños, al estar en una etapa crítica de su desarrollo cerebral, son especialmente sensibles a los impactos de los entornos físicos en su aprendizaje, emociones y bienestar.

La neuroarquitectura aplicada a la infancia busca diseñar espacios que favorezcan la exploración, el juego libre, la concentración y el bienestar emocional. A continuación, se describen algunos de los principios clave de la neuroarquitectura para niños y cómo estos afectan su aprendizaje, juego y bienestar emocional.

Principios de la neuroarquitectura para la infancia

Estimulación sensorial adecuada

Los niños aprenden y desarrollan a través de sus sentidos: visión, tacto, audición, olfato y gusto. Un ambiente bien diseñado para la infancia debe ser rico en estímulos sensoriales equilibrados, ya que estos son esenciales para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.

La estimulación sensorial adecuada incluye:

Colores suaves y estimulantes, que pueden influir en el estado de ánimo y la capacidad de concentración. Colores cálidos como el amarillo y el naranja pueden fomentar la creatividad y la energía, mientras que tonos más suaves, como los azules y verdes, pueden calmar y ayudar a la concentración.

Texturas y materiales naturales (madera, telas suaves, alfombras) que estimulan el tacto y crean un ambiente confortable.

Sonidos naturales, como el susurro de un viento suave o sonidos de la naturaleza, que pueden reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional.

Estimulos

Estos estímulos ayudan a desarrollar el cerebro de los niños al activar conexiones neuronales relacionadas con la percepción, el aprendizaje y la memoria.

Luz natural y conexión con el entorno exterior

La luz natural juega un papel fundamental en el bienestar físico y emocional de los niños. La exposición a la luz solar no solo regula los ciclos circadianos, sino que también mejora el estado de ánimo, fomenta la concentración y favorece la producción de vitamina D, esencial para el desarrollo óseo y cerebral.

Ventanas amplias, espacios abiertos y vistas al exterior (especialmente a la naturaleza) permiten que los niños se conecten con su entorno, lo que tiene efectos positivos sobre su bienestar emocional y desarrollo cognitivo. Se ha demostrado que la exposición a la naturaleza mejora la resiliencia emocional, reduce la ansiedad y fomenta la creatividad.

Diseño flexible y adaptable

Los espacios deben ser flexibles, permitiendo que se adapten fácilmente a las diferentes necesidades de los niños. Un aula, por ejemplo, debe poder transformarse para permitir tanto el trabajo individual como el trabajo en equipo.

Mobiliario modular y móvil que permita a los niños reorganizar su entorno o crear espacios íntimos de trabajo o juego según sus necesidades emocionales y cognitivas en un momento dado.

Espacios diseñados para el juego libre y la exploración, donde los niños puedan desarrollar su creatividad y habilidades cognitivas a través del movimiento y el juego sin restricciones.

Proporciones y espacios escalonados

El tamaño y la escala de los espacios debe estar alineado con las proporciones del cuerpo infantil. Los niños se sienten más cómodos y seguros en espacios donde las proporciones están adaptadas a su tamaño físico. Esto también contribuye a un sentido de seguridad y confianza en su entorno.

Zonas de transición, como pequeños pasillos o rincones acogedores, pueden servir para que los niños se sientan en un espacio intermedio donde pueden relajarse antes de entrar a un área de mayor actividad.

Zonas de juego y movimiento

El juego físico y el movimiento son esenciales para el desarrollo infantil, tanto en términos de habilidades motoras como cognitivas y emocionales. La neuroarquitectura aplicada al diseño de espacios infantiles debe contemplar áreas amplias y seguras para el juego libre.

Además de espacios abiertos, los diseños deben incorporar zonas de actividad que permitan a los niños explorar y experimentar con su entorno. Esto incluye superficies móviles, estructuras de juego como toboganes, y elementos interactivos que inviten a la acción y a la exploración.

Integración de la naturaleza (Biofilia)

Los principios de biofilia, que defienden la conexión con la naturaleza, son fundamentales en la neuroarquitectura infantil. La naturaleza tiene un impacto positivo comprobado en la reducción del estrés, la mejora del estado de ánimo y el fomento de la creatividad y la atención.

El diseño debe incluir plantas, elementos naturales (como madera o piedras), y espacios exteriores con jardines o áreas verdes donde los niños puedan experimentar y aprender sobre la naturaleza.

La conexión con la naturaleza fomenta el bienestar emocional, la concentración y reduce la ansiedad en los niños, proporcionándoles un espacio donde pueden relajarse y conectarse consigo mismos.

Personalización y sentido de pertenencia

Los niños se desarrollan mejor en espacios que reflejan su identidad y les dan un sentido de pertenencia. La neuroarquitectura en los espacios infantiles debe permitir que los niños personalicen su entorno de alguna manera, ya sea a través de áreas donde puedan dejar su huella (como un mural o un rincón de arte) o a través de diseños que reflejen sus intereses y creatividad.

Esta sensación de pertenencia favorece el sentimiento de seguridad emocional y promueve una actitud positiva hacia el entorno en el que viven, juegan y aprenden.

¿Cómo la neuroarquitectura influye en el aprendizaje, el juego y el bienestar emocional de los niños?

Aprendizaje

El diseño de espacios que favorezcan la concentración, la creatividad y la curiosidad impacta directamente en la capacidad de los niños para aprender. La disposición de los elementos, la iluminación adecuada, y la estimulación sensorial equilibrada contribuyen a crear un entorno que optimiza las funciones cognitivas como la memoria, la atención y el pensamiento creativo.

Espacios que permiten la reorganización flexible de actividades o ambientes permiten que los niños se adapten a diferentes estilos de aprendizaje, promoviendo la autonomía en el proceso educativo.

Juego

El juego es un componente clave del desarrollo infantil, y los espacios deben estar diseñados para facilitar tanto el juego libre como el juego estructurado. Los niños aprenden a través del juego, y un entorno diseñado para ello fomenta la interacción social, la resolución de problemas, y el desarrollo de habilidades emocionales y motoras.

Además, el juego en espacios que combinan variedad sensorial y diversidad de texturas permite a los niños experimentar el mundo de forma activa, aumentando su curiosidad y creatividad.

Bienestar emocional

El diseño adecuado de los espacios tiene un impacto directo en la salud mental y emocional de los niños. Espacios que fomentan la seguridad, la conexión con la naturaleza, la flexibilidad y la estimulación sensorial equilibrada contribuyen a la reducción del estrés y la ansiedad.

Espacios bien diseñados promueven la calma, reducen la sobreestimulación y permiten que los niños puedan disfrutar de momentos de autocuidado y concentración, factores cruciales para su bienestar emocional.

En resumen, la neuroarquitectura aplicada a la infancia tiene un impacto profundo y positivo en todos los aspectos del desarrollo de los niños. Al diseñar entornos que favorezcan el aprendizaje, el juego, y el bienestar emocional, se proporciona a los niños un espacio donde puedan crecer, explorar, y desarrollarse de manera saludable y equilibrada. Aplicación de estos principios a diferentes tipos de espacios para la infancia, como aulas, jardines de infancia, ludotecas y áreas de recreo.